Este método quirúrgico se debe utilizar cuando la salud del bebé o de la madre corre peligro. La cesárea es una cirugía mayor y no debe tomarse como electiva, es decir elegir éste procedimiento en lugar de un parto vaginal, sólo por temor al dolor, es recomendable cuando haya:
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Problemas con el cordón umbilical. Existen situaciones en las que el cordón se queda dentro de la vagina o se enrolle por el cuello del bebé.
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Hemorragia de la placenta.
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Anormal estructura pélvica en la madre. Una lesión grave o un defecto la puede provocar.
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Problemas graves de salud en la madre como enfermedad cardiaca, infección de herpes, etc.
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Padecimiento de preeclampsia severa.
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El proceso de parto es demasiado lento y hace sufrir a la madre y al bebé
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Mala posición del bebé. En lugar de salir la cabeza, salga los pies o las nalgas.
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Parto múltiple de más de dos bebés. No todos, pero la mayoría.
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Signos de sufrimiento del bebé, como la desaceleración del su ritmo cardíaco, etc.
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Se diagnostica alguna enfermedad en el bebé como la espina bífida.
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Es necesario aclarar que cada caso es único y que el presentar algún de estos problemas no significa que tengas que hacer un parto por cesárea.
Normalmente las cesáreas se realizan en un quirófano especial para este tipo de intervención, y suelen obedecer a los siguientes procedimientos:
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Aplicación de la anestesia general o local (epidural o espinal), dependiendo de la urgencia. La epidural te hará estar anestesiada desde tu cintura hasta los pies.
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Colocación de un tubo delgado llamado catéter en la vejiga para drenar la orina durante la cirugía;
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Introducción de una aguja en una vena de la mano o brazo para administrarte líquidos durante la operación y medicamentos en caso de que sea necesario.
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Afeitado y lavado del abdomen.
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Corte o incisión horizontal por encima del hueso púbico, después de que se observe que estás anestesiada. A veces se necesita un corte vertical; dependerá de la posición del bebé o de la placenta.
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Incisión en la pared del útero.
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Extracción del bebé del saco amniótico.
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Separación y retirada de la placenta.
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Cierre de las incisiones.
Normalmente el proceso de parto por cesárea dura entre 45 minutos y una hora. Si la madre evoluciona bien puede tener a su bebé en los brazos ya en la sala de parto. La recuperación es más lenta que si fuera un parto vaginal. Puede que tenga que pasar unos dos o tres días en el hospital, y luego descansar en casa de cuatro a seis semanas.
La mayoría de las cesáreas son inesperadas, pero si existe algo que puedas hacer para evitarla. Si te cuidas bien durante el embarazo es muy probable que no necesites pasar por el quirófano. Lo que puede ayudar para que tengas un embarazo sano y no requieras de la cesárea es:
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Controlar bien todos los cuidados al inicio del embarazo.
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Mantener un buen estado físico, llevando un estilo de vida sano, es decir, controlando tu peso.
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Estar atenta a cualquier señal que pueda indicar problema durante el embarazo.
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Establecer una comunicación abierta y saludable con tu médico.
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Beber muchos líquidos.
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Caminar e hacer ejercicio físico moderadamente.
Esos cuidados son básicos, y ayudan a la hora del parto. Pero seguirlos no quiere decir que evitarás al 100% un parto por cesárea.
Es importante tener en cuenta que una cesárea es cirugía mayor y sólo debe realizarse cuando la salud de la madre o del bebé corre peligro. No debe recurrirse a esta opción por conveniencia del médico o de los padres ni por ningún otro motivo que no sea de índole médica.
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